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Obras juveniles

El príncipe de la niebla

El príncipe de la niebla La primera novela de Carlos Ruiz Zafón es una obra de terror. Una familia se traslada a una agradable casa en la playa. Pronto comienzan a suceder cosas extrañas: relojes que andan al revés, un jardín con estatuas que cambian de postura, un inocente gato que no lo es tanto, un barco hundido en un naufragio, en el que viajaba el príncipe de la niebla, mistrioso mago que cumplía los deseos de los demás a cambio de pagar un precio muy, muy alto... Una obra que se lee casi sin parar y que da más de un susto. Hay que leerla.

El niño con el pijama de rayas

El niño con el pijama de rayas Para el curso 2007-2008 incluimos la obra de John Boyne, que se ha convertido en un auténtico best-seller. La historia de un niño que se traslada, junto a su familia, a una nueva vivienda. Poco a poco nos enteramos de que ese nuevo hogar está a las puertas del campo de concentración de Austwichz. Allí el protagonista, desde "esta lado" de la alambrada (su padre es el comandante en jefe del campo) se hace amigo de un niño judío, que viste con un "pijama da rayas", es decir, con el uniforme de los presos. Una historia estremecedora que no deja a nadie indiferente.

Donde aprenden a volar las gaviotas

Donde aprenden a volar las gaviotas

Tras el éxito de las dos novelas anteriores de nuestra amiga Ana Alcolea, hemos ofrecido la oportunidad de leer esta tercera obra de la zaragozana. En esta ocasión el protagonista es Arturo, que pasa sus vacaciones en Noruega, lejos de su familia. Junto a su anfitrión Erik, descubrirán un misterioso arcón enterrado en la casa del noruego, que antes fue un búnker de un campo de concentración nazi durante la segunda guerra mundial. La investigación les lleva a reconstruir la emocionante historia de la abuela de Erik, enferma de Alzheimer, que desea recuperar su memoria.

La novela tiene emoción, aventuras, toques de amor y de humor. Y, sobre todo, nos hace pensar, cosa que no está nada mal.

El medallón perdido

El medallón perdido

“Habían pasado más de cinco años cuando, mientras paseaba entre las casetas de la Feria del Libro, vi un título que me recordó todo aquello que viví en el verano de 1995. El libro se llamaba El medallón perdido, y eso, un medallón perdido, fue lo que anduve yo buscando durante mi primer viaje a África, un lustro atrás.

Mi padre había muerto dos años antes en medio de la selva africana. Su avioneta se encontró con una tormenta tropical y se estrelló contra los riscos de una pequeña montaña. Encontraron su cadáver tres días más tarde. Yo tenía entonces trece años, y  mi madre había decidido protegerme de la tristeza de tenerme que enfrentar a una realidad adversa. Todas las fotos en que aparecía mi padre desaparecieron de la casa, todos sus trofeos de caza fueron a parar a un desván del que sólo mamá tenía la llave. Ningún recuerdo de su presencia con nosotros durante años, ni siquiera su rostro, que se iba borrando poco a poco de mi memoria…”

 

El joven Benjamín vive con su madre en Madrid. Su padre murió años atrás en un accidente de avión en Gabón. La madre intenta alejar el dolor del recuerdo evitando (y escondiendo) todos los objetos del fallecido.

Terminado el curso, la madre intenta rehacer su vida con un nuevo hombre y desea pasar las vacaciones con él. Cuando Benjamín ya se ha hecho a la idea de que deberá pasar el verano en Zaragoza con sus abuelos, su madre le sorprende al preguntarle si desea ir con su tío Sebastián a África, a Gabón, al lugar donde su padre pasó los días finales de su vida. Comienza así el verano más importante de la vida de Benjamín, que conocerá nuevas gentes, nuevas tierras, nuevos sentimientos… que le ayudarán a madurar de forma definitiva.

 

Fue la novela más leída el año pasado, y la segunda mejor valorada; de 36 lectores, 22 le dieron un 5 y 14 un 4. La media fue de 4,61. Nadie la puntuó con menos de 4.

Su autora, Ana Alcolea, lleva dos años viniendo al Instituto a compartir una hora con nosotros y a contarnos cómo escribió sus obras. Y este año volverá…

El retrato de Carlota

El retrato de Carlota

 

“Era la primera vez que viajaba sola en un avión y la noche anterior casi no había podido dormir. Siempre he tenido cierta tendencia a la claustrofobia y no sabía cómo reaccionaría yo en un vuelo sin la compañía protectora, demasiado protectora tantas veces, de papá o mamá, que se quedaban en Madrid.

Una buena receta cuando uno sufre miedo a volar es entablar una conversación con quien tienes al lado; aunque no se tenga nada que decir, lo importante es hablar, poner la mente en otro lugar diferente a la cerrada cabina del aeroplano. Así que me puse a charlar con la persona que tenía junto a mí. Resultó ser una venerable viejecita, bastante sorda y además húngara, que no podía entender ni una sola de las palabras que yo decía, y que se quedó dormida después de seis minutos más o menos de oír mi incomprensible discurso sobre la escuela, los exámenes de cuarto de la ESO y las vacaciones de carnaval que me esperaban en Venecia con una tía novelista que vivía sola en un viejo palacete que daba a uno de los cientos de canales de la ciudad. Seguí hablando a nadie un poco más, hasta que me di cuenta de que la señora había empezado a roncar en húngaro, y fui consciente de que la comunicación era imposible. Luego empecé a mirar por la ventanilla.”

 

Carlota pasa las vacaciones de febrero en Venecia con su tía Ángela, una novelista que vive en un antiguo palacio a orillas de un canal. Allí la joven comienza a investigar la misteriosa muerte de su bisabuela, que también se llamaba Carlota. Tras tantos años, Carlota se empeña en desentrañar ese enigma con la ayuda de su tía y de un joven músico llamado Ferrando, buscando las cuentas de un collar antiguo que, increíblemente, han desaparecido del retrato de la bisabuela.

Misterio, música, canales, carnaval… El encanto de Venecia unido a una novela de intriga que nos intentará demostrar que no todo en esta vida se rige por la lógica de la razón.

La novela fue leída por nueve alumnos el curso pasado (no entraba en el plan de lectura, pero se la recomendé a todos aquellos a los que les gustó El medallón perdido): cinco le dieron la máxima puntuación, tres la calificaron con un 4 y uno con un 3. La nota media fue de 4,4.

Por cierto, la tía de Carlota ya apareció en El medallón perdido

Si te gustan el amor y la intriga, esta puede ser tu novela.

Memorias de Idhún

Memorias de Idhún

“Era ya de noche, una noche de finales de mayo, y un chico de trece años subía en bicicleta por una carretera comarcal bordeada de altas coníferas, de regreso a su casa, una granja junto a un pequeño bosque.

Se llamaba Jack. Hacía ya un par de años que vivía con sus padres en aquella granja a las afueras de Silkeborg, una pequeña ciudad danesa, y todas las tardes, al salir de clase, si el tiempo lo permitía, efectuaba aquel trayecto en bicicleta. Le gustaba hacer ejercicio y, además, el recorrido junto al bosque lo relajaba y apartaba de su mente todas las preocupaciones.

Pero, por alguna razón, aquella vez era diferente.

Llevaba todo el día teniendo una extraña intuición con respecto a su casa y sus padres. No habría sabido decir de qué se trataba, pero tampoco había podido evitar llamar a su madre a mediodía, para asegurarse de que los dos estaban bien, y lo había encontrado todo en orden. Sin embargo, apenas un rato antes, al salir del colegio, había sentido que aquel molesto presentimiento que lo había acosado durante todo el día regresaba con más fuerza. Sin ningún motivo aparente, intuía que su familia estaba en peligro. Y sabía que era absurdo, sabía que no tenía una explicación racional para aquella sensación, pero no podía evitarlo. Tenía que llegar a casa cuanto antes y comprobar que todo marchaba bien.

Cuando llegó a la granja por fin, el corazón estaba a punto de estallarle del esfuerzo. Dejó la bicicleta tirada junto al cobertizo, sin preocuparse por guardarla, y corrió hacia la entrada.

Se detuvo de pronto, con el corazón latiéndole con fuerza.”

 

Laura Gallego es, hoy por hoy, la novelista juvenil de más éxito en España. Autora la trilogía “Crónicas de la Torre”, ha ganado en dos ocasiones el Premio Barco de Vapor (en 1998 y 2002). Sus obras han sido traducidas al inglés, al francés y al alemán. La Resistencia es la primera de las tres novelas que componen la trilogía Memorias de Idhún. La segunda parte se titula Triada. En octubre de 2006 se publica la tercera y última entrega, Panteón.

Memorias de Idhún nos conduce a un mundo mágico, que antaño estuvo poblado de dragones y unicornios. El día en que se produjo en Idhún la conjunción astral de los tres soles y las tres lunas, Ashran el Nigromante se hizo con el poder en aquel planeta. La única esperanza para salvar Idhún es encontrar con vida al último de los dragones y al último unicornio, que fueron enviados a la tierra para ponerlos a salvo. En nuestro mundo, un guerrero y un mago exiliados de Idhún han formado la Resistencia, a la que pertenecen también Jack y Victoria, dos adolescentes nacidos en la Tierra. El objetivo del grupo es acabar con el reinado de las serpientes aladas, pero Kirtash, un joven y despiadado asesino, enviado por Ashran a la Tierra, no se lo va a permitir.

 

Si eres de los que leyó con pasión El señor de los anillos, esta puede ser tu novela. Sus 556 páginas no te deben asustar: si te enganchas, se leen enseguida. Y te quedarás con ganas de seguir con Tríada…

El capitán Alatriste

El capitán Alatriste

“No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes.

Cuando lo conocí malvivía en Madrid, alquilándose por cuatro maravedís en trabajos de poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta de otros que no tenían la destreza o los arrestos para solventar sus propias querellas. Ya saben: un marido cornudo por aquí, un pleito o una herencia dudosa por allá, deudas de juego pagadas a medias y algunos etcéteras más. Ahora es fácil criticar eso; pero en aquellos tiempos la capital de las Españas era un lugar donde la vida había que buscársela a salto de mata, en una esquina, entre el brillo de dos aceros. En todo esto Diego Alatriste se desempeñaba con holgura. Tenía mucha destreza a la hora de tirar de espada, y manejaba mejor, con el disimulo de la zurda, esa daga estrecha y larga llamada por algunos vizcaína, con que los reñidores profesionales se ayudaban a menudo. Una de cal y otra de vizcaína, solía decirse. El adversario estaba ocupado largando y parando estocadas con fina esgrima, y de pronto le venía por abajo, a las tripas, una cuchillada corta como un relámpago que no daba tiempo ni a pedir confesión. Sí. Ya he dicho a vuestras mercedes que eran años duros.”


Se trata de la primera de las novelas de la serie escrita por Arturo Pérez Reverte, el novelista español que más libros vende en la actualidad. Su obra nos traslada al Silgo de Oro español, a la España de Lope de Vega y Quevedo (amigo del protagonista de la novela), de la Inquisición, de la Armada invencible. Los años gloriosos de una España que, pese a las apariencias, caminaba hacia su más absoluta decadencia. Una época dura, sin duda, pero atractiva. El capitán malvive como asesino a sueldo, pero sin renunciar a su código de honor particular.

Es una novela de aventuras que, a la vez, nos ayuda a conocer mejor nuestra historia y, por lo tanto, a nosotros mismos.

97 formas de decir te quiero

97 formas de decir te quiero

La novela de Jordi Sierra i Fabra nos plantea una historia que nos atrapa desde el primer instante: un joven se sienta, sin motivo aparente, en un parque, una tarde cualquiera de un día cualquiera. En ese instante, una chica se le acerca y le cuenta una historia sorprendente: los dos se conocieron años atrás, en otra vida, y quedaron en verse allí, reencarnados en otros cuerpos, aquel día, a esa misma hora. Ella lo recuerda todo. Él no, pero, de hecho, allí estaba, sin saber por qué.

¿De verdad existen las reencarnaciones? ¿Era cierta aquella historia de los dos jóvenes que murieron años atrás? Muchas preguntas, y una novela que nos empuja a seguir leyendo para saber la verdad… si es que la verdad existe.

 

El curso pasado fue leída por 15 alumnos; siete le dieron la máxima puntuación, y 8 un 4. La nota media fue un 4,46.

Campo de fresas

Campo de fresas

Una noche de juerga, una pandilla de amigos, una discoteca, una pastilla de eva (una droga de diseño, similar al éxtasis, pero aún más nociva). A la protagonista le da un "golpe de calor" y entra en coma. A partir de ahí, su hospitalización y una frenética búsqueda del camello que les vendió las pastillas para conseguir otra igual que ayude a los médicos a curar a la enferma. Es esa la historia central de esta novela, en la que también se habla de la amistad, de la bulimia, de la prensa despiadada, de las relaciones con la familia... Muy interesante en todo momento.

Jordi Sierra i Fabra es uno de los novelistas más leídos por los jóvenes españoles. Sus obras suelen enganchar siempre.

El año pasado fue leída por 31 compañeros. De ellos, 21 le dieron la máxima puntuación, un 5. Nueve le dieron un 4 y obtuvo un solo 3. Ningún suspenso. La nota media fue de 4,63, la más alta de todas las obras del plan de lectura.

Los amores lunáticos

Los amores lunáticos

“Mi abuelo, que nunca hablaba por hablar, solía decir que el peor error que puede cometer un hombre es perder la cabeza por una mujer inadecuada. Mi vida no ha sido, todavía, tan larga como lo fue la suya, pero ya me alcanza para haber descubierto algo sobre lo que mi abuelo no me avisó, y es que puede cometerse un error aún peor que el de enamorarse de una mujer inadecuada: enamorarse, a la vez, de dos mujeres inadecuadas”

De esta forma comienza la novela del madrileño Lorenzo Silva, que nos cuenta la historia de Pablo. Estando en cuarto de ESO, se enamora, por primera vez en su vida. Y lo hace de dos mujeres inalcanzables: una chica con la que tropieza por casualidad en la calle y que no le hace caso en absoluto, y su profesora de Literatura. Y también es una novela sobre la amistad del protagonista, Pablo, con Carlos.


Quizás lo mejor de todo es que la novela nos enseña a sacar cosas positivas de los amores imposibles. El final de la novela es muy sugerente, y deja la puerta abierta a pensar que no todo era tan imposible.

El perfume

El perfume

“En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llamaba Jean-Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Saint-Just, Fouchè Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra, impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores.

 

En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata, las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre, las curtidurías, a lejías cáusticas, los mataderos, a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios.

 

El campesino apestaba como el clérigo, el oficial de artesano, como la esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el siglo XVIII aún no se había atajado la actividad corrosiva de las bacterias y por consiguiente no había ninguna acción humana, ni creadora ni destructora, ninguna manifestación de vida incipiente o en decadencia que no fuera acompañada de algún hedor.”

 

La obra del alemán Patrick Süskind nos introduce en el misterioso mundo de los perfumes. Al leer esta novela se despertará el sentido de tu olfato y verás muchas cosas de una manera distinta. La historia de Jean-Baptiste Grenouille es absolutamente fascinante; su don para los olores, tan sorprendente como su maldad.

Una de las novelas más leídas de las últimas décadas en todo el mundo.